Quevedo hace hablar a un trozo de madera del mástil de la nave de Jasón, situada en su sepulcro. El leño recuerda su vida y, casualidad, rememora haber servido para hacer remos y haber dado velas a "la patria fría de los granizos". Los tercetos:
...Al mar di remos, y a la patria fría
De los granizos velas; fui el primero
Que acompañó del hombre la osadía.
¡Oh amigo caminante, oh pasajero,
Dile blandas palabras este día
Al polvo de Jasón mi marinero!
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